Estar cantando
aunque no esté cantando
y cantar todo el tiempo,
cantar el tiempo,
cantar el espacio
del canto y su elemento.
Mi espacio, todo el espacio...
Estar presente cada instante
del cuerpo
sentir literalmente
el ritmo de la sangre
y en su literalidad
el entramado de mis músculos
conversando con mis huesos.
Refrescar con un río de aire
hasta la punta de mis dedos
hasta mis pelos
todo en un movimiento.
Cantar y estar presente
en cada límite
en cada expansión
en cada gota milimétrica
del ser que está enfrente,
de cada astillita de mundo,
nervadura de hoja
rozando
moléculas de viento.
No hay prisa
y es veloz,
todo sucede y se sucede.
El sonido es un canal
que conecta mi fibra
con la fibra del universo
y, de repente,
no existo más.
Energía,
sonido,
movimiento,
se irradia,
raíz arriba.
Y soy redonda,
burbujas de canto
efervesciendo,
danzando con otras en el aire
y, al mismo tiempo,
soy un tierral tosco
por donde pasa la carne,
el sudor,
el fruto,
y me vuelvo humedad
negra,
bichitos, volcán
y toco cuerpos
antes sidos
y ahora siendo,
y veo ojos, y en ellos,
almas que cantan o que
dicen callando
sufrires y anhelos.
Ya tampoco estoy
y soy de polvo,
soy manos, pies, venas,
gritos, risas,
vinos de uvas pisadas,
comida de labranza.
Soy un canto que rueda
abriendo vida
mi alma,
mi cuerpo ...
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